San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha
sé nuestro amparo contra la perversidad y las acechanzas del demonio.
Que Dios manifieste sobre él, su poder, es nuestra súplica.
Y tú, oh Príncipe de las Milicias Angélicas,
con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás
y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo para la perdición de las Almas.
Amén.
Mī-khā-'Ēl?, ‘¿Quién como Dios?’
Mī-khā-'Ēl?, ‘¿Quién como Dios?’
Mī-khā-'Ēl?, ‘¿Quién como Dios?’